Energía: Futuro impredecible
Susana Jiménez Coordinadora de Políticas Públicas Libertad y Desarrollo
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Susana Jiménez
“Lo más impredecible y sorprendente para nosotros será el curso de los acontecimientos futuros”. La frase es del escritor e historiador ruso Aleksandr Solzhenitsyn, pero interpreta muy bien los cambios en materia energética.
La reciente licitación de suministro eléctrico nos lo ha demostrado. Así como por años se anunciara el agotamiento de los combustibles fósiles -vaticinio que se ha visto desafiado por la innovación tecnológica que ha permitido detectar nuevas reservas explotables- son ahora las fuentes renovables, como la solar y eólica, las que están dando que hablar.
El año 2010 los costos medios estimados para la tecnología solar fotovoltaica bordeaban los US$ 180 por MWh, mientras que en la actualidad estarían más cerca de los US$ 50, o incluso menos a juzgar por los precios ofertados en la licitación. Algo similar ocurrió con la tecnología eólica, con caídas desde US$ 110 por MWh estimado al 2010 a ofertas en torno a los US$ 50 ¡por suministro las 24 horas del día!
Independiente de las inquietudes surgidas en torno a los bajos precios licitados y a un eventual comportamiento especulativo de algunos oferentes, es indudable que las hasta ahora llamadas tecnologías “no convencionales” tendrán una progresiva penetración en la matriz energética, y eventualmente irán desplazando a las fuentes convencionales. Pero, ¿quiere decir que ya no se necesitarán otro tipo de centrales?
Difícil de prever. Persiste el problema de la intermitencia –no hay generación si no hay radiación solar o viento- lo que exige acomodar su presencia con fuentes de generación flexible que puedan suplirlas cuando sea necesario. Ello impone desafíos, como facilitar el desarrollo de centrales hidroeléctricas de embalse o de bombeo, que ayudarían a gestionar dicha intermitencia. Igualmente, debiera apurarse el tranco en la regulación de los servicios complementarios, remunerando la prestación de servicio de otras fuentes, como centrales a gas, que permita acomodar las interrupciones en la generación. Por último, debiera existir algún resguardo mayor para que los nuevos proyectos no solo se concreten, sino que tengan respaldo financiero suficiente para no poner en riesgo la cadena de pagos.
Pero existe también la posibilidad que en poco tiempo se pueda contar con sistema de almacenamiento a costos muy bajos, lo que resolvería el problema de la intermitencia. De hecho, en la última licitación participaron proyectos de energía solar de concentración que si bien no lograron adjudicarse contratos, presentaron ofertas muy competitivas. El desarrollo futuro de baterías tiene también un futuro promisorio.
En suma, es difícil prever la composición futura de la matriz energética, más aún ante una eventual interconexión eléctrica regional. Lo que no debe cambiar es el criterio vigente de libertad de emprendimiento y de competitividad, sin preferencias tecnológicas, con reglas claras en cuanto a seguridad de suministro y sustentabilidad. El mercado se hará cargo de determinar la estructura futura del parque generador, en función de la capacidad humana de seguir innovando.